-¡Shizue!- me llamó una voz.
Me di vuelta para ver quién era, era Rei. Estaba sonriendo y corriendo hacia mí. Su sonrisa me llenó de felicidad y me dio mucha paz…
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De repente escuché una alarma. Abrí los ojos y estaba en mi habitación acostada en mi suave cama junto a mi ventana. Había sido sólo un sueño, un hermoso sueño. ME hizo revivir momentos muy lindos de mi niñez. Me puse un poco triste al saber que ya no era más esa niña y las cosas eran diferentes.
-¡Ay, no! es Hoy- me recordé. Tenía que ir a mi primer día de clases en la Academia Ninja y ya era tarde.
Me peiné y me vestí rápido y salí corriendo hacia la puerta de mi casa. Al abrirla, estaba Daizuke esperándome.
-Era hora…
-Perdón, me quedé dormida. Je-je-je…-
-Vamos.- me respondió con una sonrisa.
Mientras caminábamos a través de la aldea, miraba a Daizuke y recordaba cuando éramos pequeños. Él fue una de las pocas personas que me dirigido la palabra, por eso se convirtió en mi mejor amigo:
Yo estaba sentada llorando bajo un árbol, por la rudeza de las palabras de mi padre. Él era el líder de Nuestro clan, A.S.A.H.I., y yo como su hija, sería su sucesora. Había oído que mi papá siempre había deseado un hijo varón y mi nacimiento había sido una decepción. Busqué siempre la aprobación de mi padre pero nada que yo hiciera era suficiente.
Un rotundo ruido me había despertado de mis pensamientos. Se olló como si un árbol hubiese caído. Fui a ver qué era y me escondí entre unos arbustos. Podía ver a un niño de cabello rubio y de ojos marrón claro. Estaba parado frente al árbol caído, su tronco estaba partido al medio. No parecía haber sido obra de un hacha o una cierra. No entendía qué había sucedido hasta que vi las manos del chico: todas lastimadas, especialmente en sus nudillos.
-¡¿Cómo pudo derribar ese árbol a golpes?!- Pensé -debe tener un gran fuerza."
-Je-je-je… Por fin lo conseguí.- dijo el niño - tengo que decirle a Akio...
En ese momento me di cuenta de que Akio estaba en la aldea y su dirección era hacia a mí. Brinqué de mi sitio, di un paso para atrás, y escuché el crujido de una rama bajo mi pie. El chico volteó:
-¿Quién está ahí?- se acercó.
Quise correr pero me tropecé y me raspé la pierna derecha. Él se paró frente a mí y me sonrió.
-¿Cómo te llamas?- me preguntó.
Me quedé callada por unos segundos y después respondí.
-Soy… Shizue. Shizue Asahi.